La generación Y, popularmente conocidos como “millennials”, hoy son ya una historia del siglo pasado. Nacidos entre 1981 y 1995 y descendientes de la generación del baby boom de los 60; de padres que vivían adictos al trabajo para auparlos hacia un futuro mejor, están hoy pilotando en el nuevo universo tecnológico.

Con su Y mayúscula y sus tres ies minúsculas: internet, inmediatez e incertidumbre, han vivido en la era del descubrimiento de las nuevas tecnologías y mientras se columpiaban sobre la red, nació ya, entre 1995 y 2015, la generación Z. Que no es que nacieran sabiendo utilizar las nuevas tecnologías, sino que forman parte de ellas; como si hubieran sido concebidos ya como componentes tecnológicos.

Forman parte de sus móviles y de sus tabletas… con los que conviven las 24 horas del día, aunque nadie les enseñara nunca a manipularlos. Lo llevaban añadido en su propio ADN tecnológico.

Son ya una cuarta parte de la población de la Tierra y están llamados a cambiarlo todo. Y cualquiera diría que ya han empezado. No necesitan el poder, porque tienen y son el poder de las nuevas tecnologías. Tienen a su alcance, aunque no lo saben, las cuatro ces: la ciencia, la creatividad, la cooperación y el cambio.

Inexcusablemente, son las generaciones Y y Z las que potencialmente realizarán, o no, el cambio generacional en el que van a surgir importantes oportunidades para los más jóvenes. Y el sector de la auditoría ya está luchando para seducir a estos jóvenes, con campañas como la liderada por el Instituto de Censores Jurados de Cuentas de España, ICJCE, “Quiero ser auditor”, que mediante el uso de nuevas herramientas de comunicación, como vídeos y conversaciones de WhatsApp, quiere acercarse a su mundo y explicarles con su lenguaje por qué la auditoría es una vocación, una carrera versátil y una profesión de futuro.

Los auditores que lideramos hoy el sector, con una edad media de 58 años, estamos convencidos de los valores de la auditoría como garante de la transparencia económica, y de la estabilidad y prestigio de nuestro profesión, pero ¿qué podemos hacer para atraer a estas nuevas generaciones que no buscan, ni piensan tampoco en un trabajo estable, ni mucho menos para “toda una vida”?.

Para que este cambio generacional desembarque en nuestras empresas hay que ir realizando cada día una más fuerte apuesta por las nuevas tecnologías aplicadas a nuestro sector. Hablamos de la auditoría 2.0, o 3.0, o 4.0…

Conscientes que los nuevos auditores no quieren un trabajo para toda la vida, deberemos brindarles un plan de carrera seductor y un proyecto motivador, que les ofrezca la posibilidad de desarrollar sus capacidades y aptitudes.

Para adaptarnos a sus demandas tendremos que tender a flexibilizar los horarios y facilitar la conciliación, apostando por el trabajo por objetivos.

Entre todos tenemos que “relajar” el ambiente laboral para favorecer que las nuevas generaciones desarrollen sus funciones aportando creatividad y la innovación, factores clave para hacer más competitivas nuestras empresas.

Los nuevos auditores buscan ser valorados y poder relacionarse con sus jefes de igual a igual, por lo que crear y favorecer nuevas vías de comunicación con los profesionales es clave para generar un ambiente de trabajo que les permita palpar que forman parte de un proyecto exitoso.

Para el sector de la auditoría es todo un reto adaptarse a las nuevas generaciones, pero debemos ser conscientes de todo lo que pueden aportarnos: preparación, dinamismo y ambición para comerse el mundo.