Mi pasión por la lectura viene de lejos, ya que siempre la he considerado como una compañera de vida, que me ha ayudado a ampliar mis conocimientos y, a la vez, me ha permitido disfrutar del mero placer de abandonarme a sus páginas, convertirme en otras personas y viajar. 

El poder de evocación que tiene la lectura ha actuado como un imán en mí: las palabras pueden llevarte de la mano hasta lugares y personas que, de otro modo, no conoceríamos. Y también a abrir nuestros horizontes, a desarrollar nuestra empatía y a ser, de algún modo, un personaje más de esas historias, al hacernos partícipes de ellas. ¿Quién no ha sentido un pequeño vacío al terminar un libro que te ha acompañado durante horas de lectura? Siempre, eso sí, sabemos que podemos abrirlos de nuevo y volver a ellos.

Por todo ello, cuando me invitaron a formar parte de un club de lectura, no lo dudé. Alguna vez he participado en otros de ellos de manera puntual, pero ahora estoy encantada de participar de forma activa en este. Son muchos los motivos por los que he decidido introducirme en este club pues, como ya intuía al inscribirme, me ha permitido compartir una de mis grandes aficiones con otras lectoras y destacadas profesionales, inteligentes, llenas de curiosidad y múltiples inquietudes y, sobre todo, de enorme calidad humana. El club me ha dado la oportunidad de conocerlas: mujeres con grandes experiencias de vida y una excelente trayectoria profesional. 

Para mí la lectura no sólo es una afición de carácter personal, ya que leer es una parte importante también de mi desarrollo profesional: siento que la lectura es muy beneficiosa para mejorar nuestras competencias. Los libros son una fuente increíble de información, nos ayudan a mejorar nuestras habilidades comunicativas, a buscar inspiración y abrir la mente… Y, por eso, me gusta fomentar la lectura. 

 

Mis lecturas 

Siempre he creído que los libros nos animan a crecer y también a relajarnos. Son ese espacio íntimo que guardamos para nosotros mismos y que nos enriquece de muchas maneras.

Por eso, para mí, el 23 de abril es una fecha marcada en rojo en el calendario. El Día Internacional del Libro es un momento estupendo para descubrir nuevos títulos y para, como hago en los clubes de lectura en los que participo, compartir opiniones con otros ávidos lectores y con l@s autor@s. 

Este año, además, me pidieron en La Vanguardia una recomendación literaria y la verdad es que no tuve nada fácil la elección porque son muchas las obras que he disfrutado últimamente. Sin embargo, me decanté por Imbatibles: la edad de las mujeres, escrito por varias autoras, porque me pareció un excelente relato para fomentar el empoderamiento femenino y porque dignifica el valor de la experiencia

 

¿Qué libros recomiendo?

Como he dicho antes, es muy difícil recomendar, me gustan libros de temáticas muy diversas pero, por lo general, me inclino por los que te hacen reflexionar, como los últimos libros de mi Club, los cuales he compaginado con otros muy diferentes. Y por ello, como no voy a poder incluir todos mis libros, os voy a hablar de los del Club, porque todos ellos me han llevado a reflexionar mucho más allá de sus páginas, y a mis compañeras también, ¡¡por lo que aquí van!!

Como he dicho antes, es muy difícil recomendar, me gustan libros de temáticas muy diversas pero, por lo general, me inclino por los que te hacen reflexionar, como  los últimos libros de mi Club, los cuales he compaginado con otros muy diferentes. Y por ello, como no voy a poder incluir todos mis libros, os voy a hablar de los del Club, porque todos ellos me han llevado a reflexionar mucho más allá de sus páginas, y a mis compañeras también, ¡¡por lo que aquí van!!

El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, de Tatiana Tîbuleac, es una obra muy intensa que habla de abandonos y reencuentros. Los intactos, de María José Codes, con historias de personajes que han tenido que afrontar el dolor y el olvido.

La casa de los pintores, de Rodrigo Muñoz Ávila, es un original retrato de dos artistas desde la mirada de su hijo. Dicen, de Susana Sánchez Arins, es una historia real atravesada por la represión franquista.

No puedo dejar de mencionar Los días perfectos, de Jacobo Bergareche, que narra la historia de un periodista que busca nuevas emociones en su vida. Y me fascinó El comensal, de Gabriela Ybarra, una autobiografía en la que la autora nos cuenta cómo se enfrentó a la pérdida tras la muerte de su madre y el asesinato de su abuelo. 

Y, finalmente, si os gustan la novela policíaca y el thriller, os recomiendo Pequeñas mujeres rojas, de Marta Sanz; El dolor de los demás, de Miguel Ángel Hernández; y Cien noches, de Luisgé Martín. Todas ellas te mantienen enganchada desde la primera página.

El último ha sido La historia de la nostalgia, la primera obra de Natalia Romaní. Está escrita con un gusto exquisito y, además, te invita a reflexionar. También son historias duras, que hablan de las cosas que nos mueven en la vida: el amor, la amistad, la pasión… ¡Y te hace viajar!

 

¿Qué obras estoy leyendo ahora?

De momento, a la espera del nuevo libro del Club de Lectura, estoy con Los vencejos, de Fernando Aramburu, el autor de Patria. Cuenta la historia de un profesor de instituto que decide poner fin a su vida. También tengo entre manos El infinito en un junco, de Irene Vallejo: es un maravilloso viaje al origen de los libros, pero que tengo que leer poco a poco. Los compagino con Vivir con plenitud las crisis, de Jon Kabat- Zinn, sobre cómo utilizar nuestra sabiduría  para afrontar el estrés, el dolor y la enfermedad.

No podría elegir un único libro porque de cada uno de ellos se aprende un poquito y con ellos, además, puedo disfrutar  de  otra de mis mayores aficiones: viajar, porque en la lectura encuentro un punto de unión, ya que sin duda leer es también viajar.