En la travesía hacia la equidad de género, nuestras historias personales se entrelazan con el gran mosaico del cambio social y profesional. Mi propio camino, desde una infancia en una familia numerosa hasta la superación de obstáculos en el ámbito laboral, es un testimonio del aprendizaje, los desafíos y, sobre todo, del crecimiento personal y colectivo en pos de un futuro más equitativo.

Mi viaje de la infancia a la profesión

Mi educación en un hogar con diez hermanos fue mi primera y real escuela de equidad. Aquí, las distinciones de género eran casi inexistentes; todos teníamos el mismo valor, y las obligaciones y oportunidades para soñar y aspirar dependían de cada uno de nosotros. Esta vivencia me llevó a formar una convicción sólida de que cualquier persona, con determinación, voluntad y compromiso, puede alcanzar sus metas y deseos.

Esta creencia, aunque ingenua, fue mi salvaguarda en la universidad, permitiéndome enfrentar cualquier atisbo de subestimación y manteniendo firme mi deseo de convertirme en una gran profesional. Sin embargo, al adentrarme en el ámbito laboral, me encontré con una realidad discordante: una discriminación, a veces muy poco sutil y persistente que me desafiaba y me exigía demostrar constantemente mis capacidades y aptitudes.

Capitalizar lo vivido

Estoy firmemente convencida de que nuestras experiencias moldean nuestra vida, y depende de uno aprovechar cada situación personal y decidir cómo responder ante ella. Al haber experimentado estas desigualdades en primera persona, he decidido trabajar para eliminarlas no solo en la vida personal, sino también en el entorno laboral.

Como Directiva de una organización, siento la responsabilidad de actuar en congruencia y abogar por aquello por lo que tanto he luchado: La igualdad de oportunidades. Es esencial que sigamos unidos en nuestro esfuerzo por construir un futuro donde la equidad sea una realidad cotidiana. Mi historia es solo una pieza de esta lucha colectiva, y mi compromiso de avanzar, respaldando y empoderando a las mujeres en todos los aspectos de la vida, es inquebrantable. Nuestro compromiso con la equidad debe reflejarse en cada acción que emprendamos para transformar nuestra sociedad en un lugar donde todos tengan las mismas oportunidades, independientemente de nuestro género.